domingo, 31 de agosto de 2014

Ser emprendedor en España VS Inglaterra

Hace unos meses, pude participar en un encuentro de novelistas en Urueña, la Villa Europea del Libro.  Allí, tuve la suerte de conocer François Pérez Ayrault, que además de ser un gran tipo, es el autor de un libro que se titula “Houston tengo un problema…soy emprendedor en España”.

Este divertido texto, narra sus peripecias a la hora de abrir un negocio en Madrid y las conversaciones que tiene con un amigo que hace lo propio en Estados Unidos.  En sus páginas, podemos comprobar, con un histriónico sentido del humor, las hirientes ventajas que tienen los americanos en estas lides.  

Pero más allá del entretenido libro de François, es un tema serio y difícil de digerir.  En España, para una persona que carezca de un buen colchón económico, es ciertamente una misión suicida, el hecho de lanzarse a la aventura empresarial.   La dificultad es mayor, si se carece de conocimientos burocráticos y aumenta todavía más, si el negocio se sale de los estándares habituales.

Partimos de la base, de que en nuestro país,  armar una nueva empresa ya supone pérdidas desde el minuto uno, si todo lo hacemos legal.  Desde el registro, hasta el alta en suministros, las cuotas de autónomos, los impuestos y por supuesto, todo lo relativo a lo específico del negocio, las mercancías, instalaciones etc, supone un gasto económico.   Este sistema, anula por completo a cualquier empresa  que no vaya destinada a generar unos mínimos de facturación, desde las primeras semanas de vida.   Muchos, podrán ver esto lógico, dada las condiciones de nuestro sistema, pero quizá, no sea la mejor opción.

De vez en cuando, suelo darme una vuelta por Londres y más allá de que conducen por la izquierda, hay una cosa que siempre me ha llamado la atención, el número y variedad de negocios que existen allí. 
Para empezar, tengamos en cuenta un dato demoledor.  Según  la web trabajardesdecasasi.com, en España montar  una sociedad, por pequeña que sea, nos cuesta como mínimo 6.000 € y más de un mes de trámites legales.     En Inglaterra, agárrense, la cifra no llega a los 100 € y los pasos a dar, se realizan en apenas una mañana.  Un ciudadano de Manchester, por ejemplo, únicamente con su documento de identidad, ya puede ejercer como empresa.


¿Esto quiere decir que los británicos no pagan impuestos por sus negocios?  No, por supuesto que los pagan, pero lo hacen, cuando sus empresas generan el suficiente dinero como para ser estables  (A partir de una facturación de 70.000 € ).   Efectivamente, no garantiza a las arcas del Estado un dinero inmediato, pero si unos ingresos estables a medio plazo, que permiten no desangrar a los emprendedores.

¿Qué consecuencias tiene esto?  En primer lugar, se genera un descomunal flujo de ideas, dando como resultado un sinfín de negocios de nuevo cuño, mes tras mes.   Cualquier persona que considere tener el nuevo gran pelotazo mundial, lo puede poner en práctica, sin necesidad de generar pérdidas desde el minuto uno.  Si sale mal, podrá seguir con su vida, evitando hipotecar todas sus posesiones.

Pero muchos de ellos acaban cuajando y o bien son absorbidos con empresas mayores, o bien, generan su propio recorrido.  La consecuencia final de todo esto, es la creación de un enorme y variopinto entramado comercial e industrial, que tiene grandes beneficios en todos los campos, empezando por el turístico.

En una situación comparativa,  un negocio que genere unos beneficios de subsistencia para sus promotores, es totalmente viable en el Reino Unido y una quimera en España, porque directamente, se diluirían en deudas.  Y mientras que allí, estas microempresas tienen su oportunidad, en nuestro país se mueven en el lado de la ilegalidad,  sin posibilidad de generar expansión alguna, precisamente por ese punto.  Si no estás dado de alta, mejor que no te vean y si lo estás, no puedes invertir en lo que realmente querrías.

Al final,  en España, salvo algunos valientes,  solo generan empresas solventes agentes con el suficiente capital, que les permita arriesgar. Existen ayudas sí, pero son eso, ayudas y no una normalidad establecida, lo cual hace, que el común de los curritos (formados o no), lo tenga complicado.

Si el tejido comercial e industrial, siempre tiene los mismos protagonistas, las ideas normalmente acaban teniendo un patrón común.   La renovación y el aporte continuo de nuevos proyectos, es clave para que una sociedad evolucione.


No hay comentarios:

Publicar un comentario